Predadores y presas (Edición mexicana) by Ayana Gray

Predadores y presas (Edición mexicana) by Ayana Gray

autor:Ayana Gray [GRAY, AYANA]
La lengua: spa
Format: epub
editor: Crossbooks México
publicado: 2022-11-18T06:00:00+00:00


Finalmente se pusieron en marcha, buscando el rastro de las extrañas pisadas según se internaban en la tarde. Koffi seguía la ruta que serpenteaba ante ella, pero cada vez le resultaba más complicado, y no solo por culpa del calor. Le dolía la nuca de caminar con la cabeza agachada y, de vez en cuando, le lloraban los ojos de tanto revolver la tierra y las hojas para no despistarse. Por el dibujo de las marcas en la tierra, estaba claro que las huellas eran recientes, pero también le producían una sensación... extraña. Nunca había visto unas huellas como esas. Por momentos eran normales, unos pies que caminaban en una dirección determinada y luego, de súbito, parecía como si el pie se hubiera torcido en una postura rara o como si el desconocido hubiera recorrido la misma zona más de una vez. No le veía la lógica, y eso la desconcertaba.

—Entiendo que el Shetani quiera vivir aquí —dijo en voz alta—. Este lugar me pone los pelos de punta, incluso a la luz del día.

—A mí también. —Ekon miró a Koffi de soslayo, como si barruntara algo—. Hablando del Shetani, quería preguntarte una cosa.

—¿Qué?

—Antes has dicho que no sabías qué hiciste con exactitud para que el Shetani se marchara cuando se lo ordenaste —empezó—. Pero estaba pensando si quizá tendrías alguna... hipótesis.

—¿Hipo qué?

Ekon suspiró.

—Si tienes alguna idea al respecto.

—Ah. —Koffi se encogió de hombros—. Pues la verdad es que no sé qué hice exactamente. Tuve la sensación de que debía decir eso. —Lo meditó un momento antes de continuar—. Hace unos días, conocí a una anciana mientras recorría los mercados de Lkossa. Me dijo que tiempo atrás había magia en la ciudad. No sé de dónde los he sacado, pero me parece que tengo poderes mágicos.

Ekon frunció el ceño como si tratara de descifrar una ecuación matemática complicadísima. Fue un gesto casi enternecedor.

—No todo está escrito en los libros. —Koffi señaló el cielo—. Quiero decir, ¿qué sabemos en realidad de lo que provocó la Ruptura?

Ekon se relajó un poco.

—Bueno, en realidad hay una cantidad de estudios nada desdeñables sobre el tema. Casi todos los eruditos están de acuerdo en que, si bien es visible desde cualquier parte del continente, se aprecia con mayor claridad en la región de Zamani. Otros sugieren que es el resultado de una variación barométrica...

—No hablo de lo que escriben los sabios en los libros —lo interrumpió Koffi con un gesto desdeñoso mientras seguían andando. Volvió la vista hacia las vetas del cielo. Allí parecían menos nítidas, pero no sabía si atribuirlo al cambio de estación o a la cúpula de la selva—. Hablo de lo que la provocó en realidad. ¿Nunca te lo has planteado?

—En realidad, no. —Ekon se encogió de hombros—. Quiero decir, el cielo siempre ha sido así. Tampoco podemos cambiar... —Se detuvo de sopetón, con los ojos cada vez más abiertos, clavados en algo que asomaba entre los árboles—. Koffi, mira.

Ella siguió la trayectoria de su mirada. No entendía cómo había pasado



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